Preguntas Frecuentes
La labor de un Gestor Energético es proporcionar un confort térmico al cliente minimizando la energía consumida. Para ello deberá mantener la instalación en perfecto estado de funcionamiento, tanto en la generación de la energía útil como en su transporte.
Los beneficios de contar con un Gestor Energético son múltiples, pero podemos destacar los siguientes:
El usuario se asegura que su instalación se mantiene en perfecto estado de funcionamiento, alargando al vida útil de la misma.
El Gestor Energético ofrece un servicio de mantenimiento preventivo y correctivo, cubriendo cualquier desperfecto de la instalación comunitaria (desde la sala de calderas hasta los contadores de vivienda incluídos), evitando así gastos extra para los usuarios.
En caso de una mala explotación es el Gestor Energético el penalizado, ya que el usuario final paga energía útil consumida, independientemente de si ésta ha sido obtenida de la manera más eficiente o no.
Ferlo, siguiendo su política de transparencia y calidad, ofrece a sus clientes tres tipos de mantenimiento.
Mantenimiento RITE: una visita mensual para realizar todas las operaciones de mantenimiento detalladas en el RITE. Todos los avisos por parte de la comunidad se cobrarán según las tarifas de mano de obra especificadas en el contrato.
Mantenimiento preventivo con avisos: amplía el mantenimiento anterior con un servicio técnico 24 horas, 365 días al año, para cualquier incidencia que haya en la instalación común.
Mantenimiento preventivo con avisos y mano de obra: amplía el mantenimiento previo incluyendo la mano de obra de todas las reparaciones y sustituciones de equipos, facturando a la comunidad únicamente el precio de los mismos.
La Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo sobre eficiencia energética,2012/27/UE, recoge la obligación de instalar en los edificios que no dispongan de ellos contadores individuales de consumo o repartidores de costes de calefacción antes del 1 de enero de 2017 para medir el consumo de calefacción en cada vivienda.
Lo que se consigue con esta medida es que cada propietario pague por el uso que hace de la calefacción, haciendo un uso más racional de la misma y evitando las antiguas costumbres de “abrir la ventana con la calefacción encendida”. Esta medida calcula un ahorro de hasta un 30% en instalaciones centralizadas.
Hay varias formas de hacer esto:
Lo primero y más rápido es colocar contadores de calefacción en la entrada de la vivienda en aquellos edificios que su distribución lo permita.
En aquellos en que no sea posible (distribución por columnas) se han de instalar válvulas termostáticas y calorímetros en cada uno de los radiadores.
Las válvulas termostáticas se usan para regular la temperatura en las habitaciones. Marcadas con valores del 0 al 5, el 0 cierra el radiador y el 5 lo abre al máximo. De esta manera podremos regular el calor que emite cada radiador, y por tanto su consumo energético.
Los calorímetros son repartidores electrónicos que miden tanto la temperatura en la habitación como en el radiador y usan estos baremos para poder calcular el consumo calórico. Los calorímetros que se instalan en cada radiador son electrónicos, y sus lecturas de consumos se recogen por radio, por lo que no es necesario volver a entrar en la vivienda hasta que se agote la batería.
Con estos sencillos aparatos es posible repartir el gasto de calefacción de manera individual a cada vecino, haciendo que se haga un uso más racional de la energía ya que cada uno paga lo que consume.
El gasto energético de la Comunidad seguirá repartiéndose entre todos los vecinos. Es lo que se conoce como predisposición de servicio (similar a lo que se hace con el ascensor, los grupos de presión, etc).
La sensación térmica es, como su propio nombre indica, imposible de medir. Cada persona es diferente y tiene unas percepciones al calor y el frío distintas. Esto hace que cada uno tengamos una temperatura de confort variable. Dicho lo cual, la temperatura para la que están calculadas las instalaciones de calefacción según el RITE y que este mismo aconseja es 21ºC.
Los estudios demuestran que cada grado de incremento de temperatura superior a los 21ºC supone un incremento de hasta un 15% en el gasto energético que se necesita para alcanzar la nueva temperatura, lo que repercute en un incremento sustancial en la factura de calefacción.
El gasto energético se produce siempre que la calefacción está encendida. Si vamos a pasar el día fuera de casa no tiene sentido mantener la casa a 21ºC, ya que vamos a estar incurriendo en un gasto económico que no va a calentar a nadie.
Por otro lado, apagar la calefacción durante el tiempo que no estemos en la vivienda puede provocar que la temperatura en el interior de la misma baje mucho y luego sea muy costoso tanto en energía como en tiempo hacer que la vivienda alcance los 21ºC de confort.
Nuestra recomendación es mantener la vivienda en 17ºC cuando no estemos en casa, de manera que no dejemos que se enfríe mucho y, al llegar, sea más sencillo y económico alcanzar los 21ºC de confort.
El gasto de calefacción se produce en la temporada de calefacción, de Octubre a Mayo, pero se concentra en los meses más fríos, no más de 4 meses al año en condiciones normales. Para evitar el esfuerzo económico que esto puede producir a las familias, en Ferlo proponemos hacer un estudio de su gasto y prorratearlo durante los 12 meses del año, regularizando el consumo dos veces al año. De este modo no tendrá grandes facturas en los meses fríos ni tampoco un gasto nulo en verano, haciendo que sea más fácil un equilibrio económico.
Es importante dejar claro que no es una tarifa plana al uso. Usted pagará sólo lo que consuma, es por eso por lo que se hacen dos regularizaciones al año. En esos meses, si usted ha pagado más de lo que realmente ha consumido (lectura real de su contadore de energía y agua caliente) el mes siguiente se regularizará en la cuota de ese mes, siendo más baja que el resto. Si por el contrario ha consumido más de lo que ha pagado, la cuota de regularización será más alta.
Cada vez que abrimos el grifo de agua caliente en nuestra vivienda, entra agua caliente de las redes generales que se encuentran en el patinillo de la vivienda. Hasta que no se vacía toda el agua que hay en la instalación interior de nuestra vivienda no notaremos este agua caliente.
Si hace poco que se ha usado el grifo, el agua que hay en nuestra vivienda estará templada, por lo que tendremos una sensación de que “tarda poco en salir”. Si por el contrario llevamos tiempo sin usar el grifo el agua que se queda dentro de nuestra instalación estará fría, y pensaremos que tarda más en salir el agua caliente, pero el tiempo es el mismo.
Cuanto mayor sea la distancia del grifo que abrimos al patinillo, más cantidad de agua habrá en las tuberías más tardará en salir. En condiciones normales y suponiendo que no hay problemas en el diseño de la instalación, este tiempo no debería ser superior a un minuto.